Dale un toque italiano a tus comidas y cenas acompañándolas de una riquísima focaccia.
En un bol mezclamos la harina, la sal y el azúcar. Después, creamos un hoyo en el centro, añadimos el agua y 4 cucharadas de aceite y mezclamos la masa hasta conseguir una textura elástica. Si es necesario, añadimos un poco más de agua o harina hasta obtener una masa esponjosa que no se pegue.
En lugar de amasar, plegamos la masa repetidas veces. Para ello, levantamos los bordes de la masa, estirándolos hacia arriba y plegándolos sobre el centro. Realizamos unas 10 repeticiones.
En un ambiente cálido, dejamos la masa en un bol y la cubrimos con un trapo húmedo o film de cocina. La dejamos fermentar durante un mínimo de 2 horas, hasta que doble su tamaño.
Colocamos papel de hornear sobre la bandeja del horno. Doblamos la masa entre 4 y 5 veces, hasta retirar el aire sobrante, y la extendemos con los dedos sobre la bandeja. Es recomendable tratar de evitar que quede una masa demasiado fina. Cubrimos con un paño húmedo y dejamos fermentar durante unos 45 minutos. Este paso permite que la masa quede más esponjosa.
Precalentamos el horno a 230º y, mientras tanto, colocamos sobre la masa las aceitunas y los tomates cherry partidos por la mitad, apretando un poco para que se adhieran. Con la ayuda de una brocha, cubrimos toda la superficie de la focaccia con el resto del aceite. Añadimos la albahaca y la sal gorda.
Horneamos durante unos 15-20 minutos. Si en ese tiempo no se ha dorado, dejamos otros 5 minutos a la misma temperatura. Si queremos obtener una corteza crujiente, podemos introducir en el horno un recipiente con agua para que se genere vapor.
Dejamos enfriar sobre una rejilla.
