En primer lugar, elaboramos la base de la crostata mezclando el azúcar con la mantequilla a temperatura ambiente. Incorporamos un huevo y dos yemas hasta integrar, y terminamos la masa mezclándola con harina tamizada, levadura y sal.
Dejamos reposar la masa en frío durante 30 minutos. Pasado ese tiempo, la alisamos con un rodillo y la estiramos en un molde redondo. Cortamos los sobrantes de masa y los reservamos.
Con ayuda de un tenedor, pinchamos la superficie de la masa y la rellenamos con una base de crema de pistacho. En un cuenco, batimos el mascarpone con miel y cubrimos la crostata. Decoramos la superficie con tiras de masa sobrante.
Horneamos la crostata a 180º durante 40 minutos aproximadamente. Para terminar, picamos un poco de galletas de hojaldre, espolvoreamos en la superficie y… ¡lista para disfrutar!
Como en la mayoría de pasteles, esta crostata italiana es fuente de hidratos de carbono, por parte tanto de la harina y las galletas. Tenemos una ración importante de azúcares tanto por la miel como por el propio azúcar añadido. Lo ideal sería reducir dicha cantidad, podríamos ir probando a bajar la cantidad hasta encontrar el punto exacto de sabor que más nos guste. También tenemos grasas tanto por parte de la mantequilla, la crema de pistachos y del mascarpone. También tenemos una fuente de proteínas por parte de los huevos. Deberíamos usar una harina sin gluten, así como revisar las etiquetas, para evitar contaminación cruzada, para que sea una receta apta para personas con celiaquía.
Dentro de esta receta, a parte de la harina de trigo que es la base, podemos destacar al pistacho como ingrediente principal. Este fruto seco es, al igual que la mayoría de legumbres, fuente de proteínas vegetales de alto valor biológico. La diferencia es que la ración de consumo es mucho más pequeña. También nos aporta fibra, así como grasas saludables. A nivel de vitaminas y minerales, nos aporta vitamina A, B6, B9 así como hierro, calcio o magnesio.
Para la masa
Para el relleno