Cocinamos las patatas con piel en agua con sal durante 15 minutos, las escurrimos, las colocamos en una bandeja de horno
Las espolvoreamos con orégano, pimentón y sal. Rociamos con un hilo de aceite de oliva y horneamos a 220 °C durante 20 minutos. A mitad del tiempo, añadimos la miel por encima para que se doren bien. Una vez cocidas las aplastamos suavemente con un tenedor.
Mientras tanto, trituramos la remolacha con las alubias, el ajo, el limón, el comino, el aceite de oliva y un chorrito de agua hasta obtener una crema suave y salpimentamos.
Servimos la crema como base en una fuente y colocamos las patatas crujientes encima con un hilo de yogur vegano de soja por encima.
En esta receta, os dejamos una alternativa sencilla para un plato principal. A nivel nutricional, tenemos varias fuentes de proteínas por parte del salmón ahumado, los huevos, el queso cottage, el bacón, el queso y las pechugas de pollo. También tenemos una fuente de verduras, por lo que tendríamos un plato principal. Si necesitáramos, podríamos tener un plato más denso a nivel calórico, si añadimos una ración de hidratos de carbono. Por ejemplo, añadiendo patatas asadas o al microondas como guarnición. Es un plato apto para personas con celiaquía, pero deberíamos revisar las etiquetas para confirmar que no puedan contener trazas de gluten.
En esta receta, podemos destacar tanto el salmón cómo el pollo. Ambas opciones, nos aportan principalmente proteínas de alto valor biológico. El salmón, a su vez, nos aporta omega 3, junto con vitaminas del grupo B como B6, B12, niacina y vitaminas A, D y E. A nivel de minerales, destaca su aporte de potasio, yodo, fósforo, selenio, calcio o magnesio. El pollo, al ser una carne blanca, tiene un aporte bajo de grasas, lo que las hace una opción ideal para consumir de manera frecuente. También aporta vitaminas como niacina o B6, junto con selenio o fósforo.