Cocinamos los mejillones en agua hirviendo con una hojita de laurel y sal. Una vez pasados unos minutos, colamos y reservamos los mejillones, así como un poco de agua de cocción.
En la misma cazuela, doramos un diente de ajo y una cebolla picados con un poco de aceite de oliva. Una vez tome color, añadimos vino blanco y rehogamos hasta evaporar el alcohol.
En este punto, incorporaremos tomate triturado, perejil, pimentón picante, sal y el caldo de cocción de los mejillones reservado.
Cocinamos un par de minutos e incorporamos los mejillones ordenaditos dejando que se mezclen con el conjunto. Decoramos con perejil, presentamos en la propia cazuela y… ¡a disfrutar!
Siempre que queremos sorprender a familia y amistades o para momentos célebres, solemos recurrir a mariscos. Aquí os ofrecemos una receta diferente para cocinar una de esas opciones: mejillones. Tenemos un buen aporte de proteínas de calidad. Deberíamos acompañar este plato de una buena fuente de verduras, ya que su aporte no es muy elevado. Podríamos tener una opción más densa a nivel calórico, si añadimos algún hidrato de carbono. A esta receta le podrían ir bien opciones cómo patata hervida o al horno, aunque la más frecuente será usar pan para mojar en la salsa. La receta, parte de ser apta para personas con celiaquía, pero deberíamos revisar si añadimos un hidrato de carbono, que siga siendo una opción apta para personas con celiaquía.
Dentro de los moluscos, el mejillón es el que más fama puede tener o más se consume en España, ya que podemos cocinarlos de manera rápida. A nivel nutricional, aportan principalmente proteínas de alto valor biológico, con un aporte calórico bajo. Destaca por su aporte en vitamina E, B12, así como fósforo, selenio, yodo y, sobre todo, hierro. Es un alimento que podemos consumir con frecuencia, sin que nos preocupe el ácido úrico, ya que este es más común en mariscos que en moluscos como el mejillón. También puede ser un entrante sencillo y más saludable que otras alternativas más comunes.