Para el relleno: cortamos la berenjena en dados pequeños y los reservamos sobre papel absorbente con sal. En una sartén con aceite de oliva, doramos el pollo en pequeñas porciones, lo retiramos y, en la misma sartén, doramos una cebolla picada.
Incorporamos la berenjena reservada, calabacín en daditos y champiñones picados. Rehogamos durante unos minutos y añadimos el pollo, salsa de tomate, orégano, ajo granulado y sal. Cocinamos durante unos minutos hasta integrar y reservamos.
Para la bechamel: fundimos mantequilla en una olla, añadimos harina y cocinamos hasta tostar. Incorporamos leche poco a poco y sin dejar de remover. Añadimos nuez moscada, pimienta y sal, removemos hasta integrar y reservamos en caliente.
Para la lasaña: disponemos un hilo de aceite de oliva en la fuente, una capa de láminas de masa y encima un poco de relleno, añadimos láminas de pasta y repetimos el proceso hasta obtener cuatro capas. Cubrimos las últimas láminas de pasta con bechamel y queso, horneamos a 180º durante 35 minutos aproximadamente y…¡lista para disfrutar!
La lasaña es uno de esos platos ideales para tener una receta para varios días, que permite hacer diferentes versiones, se puede dar rienda suelta a la imaginación. A nivel nutricional, es un plato denso a nivel calórico, por lo que es ideal consumir raciones no muy grandes, y siempre mejor acompañadas de una buena ración de verduras. La pasta de lasaña, junto con la harina de trigo, son la fuente de hidratos de carbono de esta receta. Podemos usar una pasta de lasaña y harina que no contengan gluten, para tener una receta apta para personas con celiaquía, ya que acaba modificando mucho el sabor y tenemos así una opción para todos los públicos. Como fuente de proteínas al pollo, la leche y el queso. Podríamos usar opciones vegetales que sustituyan a los lácteos, junto con seitán, tempeh o soja texturizada, para tener una receta vegana.
Dentro de las carnes blancas, el pollo es la más popular, gracias a su sabor neutro y su textura jugosa, que le permiten ser una buena opción para infinidad de recetas. También juega un papel importante que es una de las carnes más económicas. A nivel nutricional, son fuente de proteínas de alto valor biológico, así como fuente de minerales como selenio y fósforo, y vitaminas del grupo B cómo B6 o niacina. El aporte graso de estas carnes es bajo, salvo que usemos alitas de pollo con piel, por ejemplo, cuando las cocinamos fritas o al cocinarlas al horno. Esto, no supone un problema siempre que no consumamos la piel o la retiremos previamente.
Para el relleno de verduras y pollo
Para la bechamel
Para la lasaña